

NUEVA INVESTIGACIÓN
PRODUCTOS DE LIMPIEZA, la mancha de la experimentación animal
Investigación realizada por Animal Testing de abril 2022 a marzo 2023

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Durante un año, Animal Testing ha investigado un campo tan cotidiano como desconocido: los productos de limpieza. Abundan en nuestras cocinas y cuartos de baño, resplandeciendo con promesas tentadoras de frescura y brillo. Sin embargo, tras el telón la realidad es mucho más dolorosa para los animales.
Descubrimos un laberinto más grande de lo esperado: una multitud de actores, legislación y experimentos en animales, todos entrelazados a distintos niveles.
Esta es la investigación más larga que hemos realizado hasta la fecha. Y es también la única sobre este tema, que normalmente no relacionamos con la experimentación animal, a pesar de ser algo tan cotidiano y concernir a millones de personas.
Cuando se habla de experimentación en animales, dos ámbitos monopolizan los debates: la investigación médica por una parte y la industria cosmética por otra.
Este último atrae la atención de consumidores, marcas y legislación desde hace tiempo, y con razón: las horribles prácticas de los laboratorios cosméticos siguen pesando en las conciencias, y estos son también de los pocos productos utilizados a diario sobre los cuales la ciudadanía tiene un poder de decisión (y de boicot) a través de su acto de compra.
Por estas mismas razones, hay otro sector que nos interesa: los productos de limpieza.
¿Se testan en animales? ¿Sus ingredientes o el producto final? Si es así, ¿con qué frecuencia, por qué, y cómo? ¿Y por quién?
Para nuestra gran sorpresa, nadie desde el sector de la protección de los animales, ni tampoco desde la “industria de los detergentes” fue capaz de darnos una explicación clara y detallada de la situación. Pero es fundamental entender esto, porque los productos domésticos están exentos de la prohibición de la experimentación con animales que se aplica a los ingredientes y productos para uso cosmético solamente (Reglamento CE 1223/2009, en vigor desde el 11 de julio de 2013). Y así comienza nuestra investigación, en abril de 2022.
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El cuidado del hogar: entre la negación y la confusión voluntaria
En primer lugar, preguntaremos a las marcas de productos domésticos. Para corroborar las respuestas, duplicaremos las peticiones: nuestra entrevistadora se pondrá en contacto con ellos como particular que desea información, antes de volver a contactarles como Animal Testing.
Limpiadores de cocina, de baño, toallitas, sprays desinfectantes, geles de ducha, detergentes en polvo, ambientadores, limpiadores de hornos: durante un año vamos a enumerar escrupulosamente los productos, a ponernos en contacto con los servicios de atención al cliente uno por uno, por teléfono, por escrito, muchas veces y a intervalos, y a buscar los interlocutores adecuados.
Un mundo paradójico, en el que se promueve la naturalidad en los perfumes, mientras que los productos químicos prevalecen en sus frascos. Donde se exhibe una retórica de cuidado, mientras que el sufrimiento animal efectivamente ha tenido lugar.
Unilever, Reckitt, Henkel, SC Johnson, Diversey, Procter & Gamble : seis grupos internacionales cuyos nombres te son menos familiares que los de sus productos. Facturan miles de millones y se reparten lo que conoceríamos como el “el sector de la limpieza del hogar” o el “home care”. Esta terminología anglosajona se refiere al cuidado del hogar, al confort y a la seguridad, en un campo léxico tranquilizador y acogedor. Cuidar de tu casa, como cuidas de ti mismo.
Vamos a descubrir un mundo tejido de paradojas, donde se promueve la naturalidad en las esencias, mientras que los químicos prevalecen en sus frascos. Donde se exhibe una retórica de cuidado, mientras que el sufrimiento animal efectivamente ha tenido lugar. Vamos a acercarnos a estos grupos mundiales, insistirles y, a medida que obtengamos pruebas que contradigan sus discursos, los confrontaremos con ellas. Pero aún no hemos llegado a ese punto: nuestra pregunta por el momento es sencilla, es aquella que usuarios de Internet, personas afines o miembros de nuestra asociación nos hacen frecuentemente: “¿Sus productos o sus ingredientes han sido probados en animales?”
La gran mayoría de fabricantes nos responden que se oponen a la experimentación en animales pero que el reglamento se lo exige. Una cantinela que conocemos bien, por no decir otra cosa, porque también es el que todas las marcas de cosméticos repiten hasta la saciedad desde la prohibición de la experimentación en animales en 2013 (reglamento de la UE), que no obstante tolera muchas excepciones (véase nuestra campaña de apoyo a la Iniciativa Ciudadana Europea, validada oficialmente por la Comisión Europea el 25 de enero de 2023).
La frase “si la reglamentación lo exige” no deja de llamarnos la atención: ¿qué hay con las marcas que dicen no realizar pruebas en animales, estarían incumpliendo la ley? Esto es lo que podríamos pensar al leer las respuestas de los fabricantes.
« Algunas empresas afirman que “no experimentan con animales”. Francamente, somos escépticos. »
– SC Johnson.
Según SC Johnson, experimentan con animales pero lo mantienen en secreto, jugando con la siguiente confusión: estas pruebas serán realizadas por los proveedores y no las propias marcas.
SC Johnson afirma también que estas marcas no son “innovadoras” en sus productos y, por lo tanto, no requieren ensayos en animales.
Son acusaciones de peso, y ya establecen un vínculo causal entre los nuevos productos y los experimentos con animales, que comprenderemos más adelante. Al leer este correo, resulta inconcebible que un producto doméstico no haya pasado por experimentación animal.
“Somos conscientes de que algunas empresas afirman que ellos no realizan experimentos con animales. Francamente, somos escépticos, pero aunque la afirmación sea cierta, esto puede simplemente significar que no aportan ninguna novedad. Las innovaciones en materia de productos -que pueden por ejemplo ofrecer un impacto reducido sobre el medio ambiente- pueden requerir pruebas debido al uso de nuevos productos químicos o a una nueva forma de utilizarlos. Otras empresas que afirman que no experimentan con animales también pueden estar simplemente ocultando los hechos. Esto no significa necesariamente que los ingredientes que utilizan no hayan sido testados; de hecho, probablemente sí. La gran mayoría de las sustancias químicas utilizadas en los productos han sido sometidas a pruebas de toxicidad. Pero algunas empresas eluden esta cuestión porque sus materias primas han sido testadas por los proveedores a los que compran, o por otros proveedores a los que utilizan para esto. Así que sus afirmaciones se basan únicamente en el hecho de que ellos mismos han testado la formulación de un producto concreto… y no en la existencia de experimentación en el historial del producto”
Nuestras investigaciones corroboran lo que SC Johnson afirma sobre la innovación: la introducción de nuevos productos en el mercado efectivamente genera nuevos experimentos, por razones de obligaciones reglamentarias que se derivan del reglamento europeo REACH para los ingredientes químicos no catalogados, pero no solo por eso, como vamos a descubrir.
Como estos gigantes de los detergentes están ansiosos por innovar y comercializar nuevos productos (nuevas fragancias, nuevas fórmulas) cada vez más eficaces y potentes para los consumidores, su estrategia de comunicación sobre la experimentación con animales se divide entre desacreditar a las marcas Cruelty Free y negar o incluso mentir.
Marcas Cruelty Free y normativa: ¿cuál es la situación?
Seamos claros: todas las sustancias (ingredientes) han sido probadas en animales en un momento u otro. El razonamiento no puede ser absoluto, y debemos distinguir rápidamente entre experimentos “pasados” (¿pero hasta cuándo?) y experimentos “nuevos” (¿pero desde cuándo?). Una vez más, es difícil elegir un umbral. Sin embargo, esto es lo que hacen las marcas cuando se comprometen a no experimentar con animales.
La marca L’Arbre Vert confirma su voluntad de no realizar nuevos experimentos con animales “sin embargo, L’Arbre Vert no puede certificar en modo alguno que todos los componentes utilizados no hayan sido experimentados en animales en el pasado”.
Varias marcas Cruelty Free nos explican su política: ningún ingrediente testado desde 1990 y ningún producto final testado sobre los animales. Así lo confirma Beate Oberdorfer, de la marca Sonnett, cuyos últimos ingredientes testados en animales, Glucopon 650 y Glucopon 600, lo fueron en diciembre de 1990. Ghizlane Jougleux, químico y director de la marca Mutyne, nos dice lo mismo: “No utilizamos ninguna materia prima probada en animales después de 2009 ni ninguna materia prima de origen animal.”
La mayoría de las marcas Cruelty Free también afirman utilizar ingredientes naturales que no se ven afectados por REACH. Las afirmaciones de SC Johnson carecen de fundamento: hoy en día, existen productos domésticos que no contienen ningún ingrediente probado en animales desde hace más de 10 años y que cumplen la normativa vigente. ¿Qué ha ocurrido en los últimos 10 años?
1/ El Reglamento REACH (Reglamento 1907/2006), en vigor desde el 1 de junio de 2007, exige información sobre las sustancias químicas y las enumera con requisitos armonizados en toda la UE “para proteger mejor la salud humana y el medio ambiente de los riesgos que plantean las sustancias químicas, fomentando al mismo tiempo la competitividad de la industria química de la UE”, según se indica en el portal de la ECHA.
“A 31 de mayo de 2018, se conocen más de 20.000 sustancias químicas y se han establecido sus riesgos potenciales”, explica el Ministéres Aménagement du Territoire et Transition Ècologique (Ministerio de Transición Ecológica francés). Desde esa fecha, ya no es posible fabricar o importar sustancias en cantidades superiores a una tonelada al año sin registrarlas en REACH, de acuerdo con el principio guía de “Sin datos, no hay mercado”.
Pero detrás de estas loables intenciones, lo que no leemos es que REACH está estrechamente vinculado a los experimentos con animales:
- Para el registro de nuevas sustancias (no incluidas previamente en la lista)
- o porque la información disponible no era suficiente a efectos de REACH: faltaban categorías de información o por el volumen comercializado. Cuanto mayor sea este, más precisa deberá ser la información toxicológica, incluidos datos sobre reproducción, mutagenicidad, toxicidad ambiental, estudios subagudos y luego subcrónicos que impliquen hasta 90 días de exposición continua de los animales. Gran volumen, grandes experimentos.
Eso en cuanto a las sustancias químicas (ingredientes). Pero esto no es todo:
2/El Reglamento de Productos Biocidas (BPR, Reglamento (UE) n° 528/2012) está en vigor desde el 1 de septiembre de 2013 y regula los biocidas. Estos productos requieren una autorización de comercialización para ser vendidos, similar a los medicamentos. Los biocidas se clasifican en 22 tipos de productos, formando 4 grupos: los desinfectantes, los productos de protección, los productos de lucha contra las plagas, y ‘los otros’. Estos también conllevan experimentos en animales en las fases previas.
3/ Por último, está el reglamento CLP (Classification, Labelling, Packaging), que también es reciente: en vigor desde el primero de junio de 2015, y constituye la única legislación en la UE para la clasificación y el etiquetado de sustancias y mezclas. Clasifica los productos en función de su peligro (Hazard classification). Sin duda habrá visto estos 9 pictogramas de peligro en los envases de sus productos domésticos.
Este reglamento CLP no exige ninguna prueba sobre animales.
Hemos pedido confirmación a la unidad de productos químicos de la Comisión Europea:
“El Reglamento CLP no exige la realización de ningún ensayo. Prevé la clasificación de una sustancia o mezcla en base a la información toxicológica o ecotoxicológica disponible. En el caso de los detergentes, el reglamento REACH establece la información de la que deben disponer los fabricantes para comercializar sus productos”, explica Jérémy Pinte, responsable del reglamento CLP. En la práctica, este reglamento clasifica y asigna pictogramas de peligro a los productos: así que no hay necesidad de experimentar.
En la práctica, sin embargo, esto es lamentablemente así, como veremos, debido a este reglamento y a un vacío legal sobre los productos acabados.
Pruebas estrictas con animales: no sólo los ingredientes, sino también los productos acabados
Haga la prueba, coja una botella de producto doméstico al azar: rara vez se indican los ingredientes que lleva y que componen la fórmula, a diferencia de los productos cosméticos, en los que esta información es obligatoria.
Aquí verá pictogramas, pero poca información sobre la composición del producto. Para saberlo, hay que mirar las fichas de datos de seguridad (FDS): ¡pues muy bien! Para cada producto, vamos a buscarlas, encontrarlas y diseccionarlas.
«Incluso en el caso de sustancias conocidas desde hace mucho tiempo, las pruebas se realizan actualmente en animales.»
En estas FDS, encontrarás un registro de los experimentos con animales realizados para los ingredientes: a veces en el pasado (desde la década de 1970), pero también mucho más recientemente: encontramos experimentos de 2017, 2019, 2020, 2021.
“Incluso en el caso de sustancias conocidas desde hace mucho tiempo, las pruebas se realizan actualmente en animales.” afirma un toxicólogo, que desea permanecer en el anonimato, al igual que varias personas con las que hemos hablado durante esta investigación, refiriéndose a un tema “tabú”.
¿En qué consisten estas pruebas? Pruebas de DL50 (dosis letal media), irritación ocular, irritación cutánea, ingestión por alimentación forzada e inhalación forzada. Para los animales, esto se traduce en quemaduras, edemas, lesiones graves en los ojos y asfixia: lo que llamamos toxicología.
Cuando confrontamos a los fabricantes con estos datos: ninguno de ellos fue capaz de justificárnoslo.
Más inquietante todavía: los productos acabados se siguen testando directamente en animales, a pesar de que ninguna legislación lo exige. Es el caso de los productos de las marcas Mr Propre, Cillit Bang, Saint Marc y Canard WC. Sus fórmulas han sido testadas directamente en animales.
Cuando confrontamos a los fabricantes con estos datos: ninguno de ellos fue capaz de justificárnoslo.
Una « irritación grave » es así provocada sobre un conejo en una de las FDS (Fichas de Datos de Seguridad). Se menciona el tiempo de exposición: hasta 24 horas en los ojos de los animales. A lo largo de nuestra investigación, una pregunta nos viene a la mente: ¿para qué irritar los ojos de los animales durante 24 horas? ¿Qué « lesiones graves » se esperan? Toxicólogos regulatorios nos justificarán este tiempo de exposición por la necesidad de información más precisa sobre los daños causados por el producto. También descubrimos así hasta 72 horas de exposición al producto en los ojos de conejos, para un aerosol de la marca Lysol, del grupo Reckitt (sección 11 de la FDS).
Sin embargo, Reckitt nos afirma por teléfono que no realiza experimentos en animales: “Reckitt no realiza experimentos en animales para productos acabados y materias primas”.
Misma afirmación para Procter & Gamble: « ¡Se acabó! Se terminó, ya está », zanja nuestro interlocutor con un tono que busca concluir la entrevista. « ¿Pero cuándo exactamente? », insiste nuestra investigadora. « ¡Se acabó! », le responde. « ¿Pero en qué momento? », reitera ella. « Se acabó, no lo sé señora. Aquí, aquí, en 2021”
Una fecha que no corresponde a nada, sacada de la chistera en una vergonzosa improvisación telefónica. Reckitt, al igual que Procter & Gamble, fingirá desconocer la existencia de estos experimentos, justificando su ignorancia por la profusión de productos en el mercado, o incluso por unas FDS que no han sido actualizadas, lo cual es falso, y no cambia nada de lo que estipulan estos documentos oficiales.
Nuestra interlocutora de Reckitt llega aún más lejos: supuso que las FDS que tenemos son falsificaciones. “Sin embargo estas fichas parecen realmente oficiales”, insiste nuestra encuestadora, sonriendo ante tanta mala fe.
Sin poder darnos ninguna respuesta, alegaron que “no podían conocer todos los productos”, o que “dependía de la legislación nacional”, lo que también es falso, ya que la normativa es europea.
Experimentación por razones de marketing, ¿en serio?
Los fabricantes, también conocidos como formuladores en la jerga, tienen en realidad la opción de testar o no sus productos acabados en animales: no es obligatorio, pero algunos lo hacen porque tampoco está prohibido. Hablamos con varios toxicólogos reguladores y redactores de FDS: personas que actúan como intermediarios entre fabricantes y laboratorios, y que se encargan de cumplir las obligaciones legales. Aunque el reglamento CLP no exige ningún ensayo, el formulador tiene una obligación: debe comprobar que su proveedor cumple el REACH. Según los toxicólogos entrevistados, la razón de estos experimentos con productos acabados es el marketing: los fabricantes quieren «desclasificar» un producto (con respecto a los pictogramas del CLP) probando de nuevo su fórmula. Los fabricantes hacen esto para evitar tener algunos de los pictogramas del reglamento CLP, o para rebajar el nivel de peligro (cambiar la clasificación de la sustancia). ¿Por qué lo hacen? Porque a los consumidores no les gustan los pictogramas de peligro, que son sinónimo de productos inseguros, riesgo para la infancia o sustancias químicas nocivas. Aunque se supone que nadie debe beber desatascador a pleno pulmón ni rociarse los ojos con desincrustante, esto es lo que se hace con los animales a efectos de clasificación (sección 2 de la FDS). Por esta razón, los fabricantes no dudan en modificar las fórmulas (productos acabados) y probarlas en animales. Una razón muy alejada de la necesidad o utilidad médica. Conseguimos una entrevista con dos miembros de la ECHA: uno ha sido responsable de REACH, el otro del reglamento CLP, durante 15 y 8 años respectivamente. A regañadientes, nos admitieron que los motivos de estos experimentos con animales para productos acabados eran fines de marketing. No podíamos creerlo.
La comercialización de una nueva fragancia, modificando la fórmula, puede también generar nuevos experimentos sobre animales.
Un toxicólogo de una empresa que no experimenta con animales también nos explicará que no hay beneficios derivados (“efectos de palanca”): cuando se modifica la fórmula de un producto acabado (la fragancia, por ejemplo), puede desencadenar nuevas pruebas.
Esto es lo que hemos comprobado: fragancia de limón, frescor del océano, aroma cítrico, aroma de naranja… cada variación de un producto corresponde a una ficha de datos de seguridad con experimentos relativos al producto acabado. En otras palabras, la comercialización de una nueva fragancia, modificando la fórmula, también puede generar experimentos con animales de productos acabados. Una vez más, no existe obligación legal de hacerlo. Nuestros entrevistados se refieren a menudo a una laguna legal a este respecto. Así es, y la revisión de REACH llega con mucho retraso: “en el último trimestre de 2023, con más de un año de retraso, se espera que el ejecutivo europeo presente su tan esperada revisión”, dice la web EuroActiv.
¿Quién realiza los experimentos?
“Oh, no vamos a darle un nombre…”, fue la avergonzada respuesta de uno de nuestros contactos en la ECHA. Es una pregunta un poco difícil. “Son tres o cuatro”, explicó, antes de añadir “pero también respetan a los animales… a pesar de ciertas críticas”. Nos abstenemos a reaccionar.
Hemos enumerado y contactado con los laboratorios de toxicología dedicados a estos experimentos. Los centros de toxicología encargados de los productos químicos son CRO: Contract Research Organisations (organizaciones de investigación por contrato). Trabajan bajo contrato con los fabricantes y realizan toxicología in vivo « como último recurso », por lo que sabemos, es decir, cuando las pruebas in vitro o las evaluaciones por cálculo no son suficientes.
Tras meses de insistencia, conseguimos una cita con un director de estudios de toxicología in vivo de productos químicos. Una entrevista poco frecuente, que también será la última de esta investigación.
Es un hombre honesto, pero avergonzado por su práctica, que ha respondido a nuestras preguntas. Confirma que aún se realizan experimentos con animales para obtener ingredientes, y que son duros. Como todos los demás implicados, defiende la supervisión de los experimentos y la formación del personal. Es una retórica a la que nos hemos acostumbrado en nuestras investigaciones anteriores, pero que no cambia en nada el sufrimiento infligido a los animales.
A su entender, el uso de animales sería excepcional. Este es uno de los leitmotivs de esta investigación: los animales aparecían y desaparecían constantemente, esquivos, quiméricos. Se mencionaban, luego se negaban; se nos decía que se utilizaban, luego que no: todo y su contrario.
Sin embargo, los animales sí aparecen en dos bases de datos: la de la ECHA (ver nuestras FAQ) y en la de la UE, ALURES (AnimalUse Reporting – EU System), que afirma, por ejemplo, que en 2019 (el último año disponible) se utilizaron más de 700.000 animales en ensayos toxicológicos, la mitad de ellos con fines médicos: el orden de magnitud sería entonces de unos 350.000 animales al año.
Cuando preguntamos a los miembros de la ECHA (European Chemical Agency) por el número de animales implicados, para nuestro asombro no sabían nada al respecto, « pero es una proporción muy pequeña en comparación con la industria farmacéutica », dijo uno de ellos, para que estas prácticas parecieran anecdóticas. De hecho, este fue el único argumento que escuchamos para justificar unos experimentos injustificables, que ya están prohibidos desde hace diez años para ingredientes y productos acabados de uso cosmético.
Experimentos evitables
Existen alternativas: eso es lo que destaca la ECHA, argumentando que cuando haya alternativas, deben evitarse los animales.
Si un ensayo in vitro o in silico es concluyente, no es necesario utilizar animales. En el caso contrario, la ECHA evalúa la relevancia de los resultados y decide si ir más allá y utilizar animales. Cuanto más avanzado y complejo sea el método, más difícil será evitar el uso de animales: por ejemplo, en el caso de la toxicología reproductiva.
Pero para determinadas pruebas de irritación o corrosión, existen alternativas validadas. Es el caso de la infame prueba Draize, un ensayo de irritación ocular en conejos.
El Centro Europeo de Validación de Métodos Alternativos (CEVMA ) ha confirmado que existen varias alternativas validadas por la UE y que, por tanto, deben utilizarse (Directiva europea 2010/63/UE, aplicable desde el 1 de enero de 2013):
Existen ya enfoques alternativos sin uso de animales para reemplazar completamente las pruebas en casos de lesiones oculares graves e irritación ocular, aceptados a nivel internacional por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).
Las directrices de ensayo de la OCDE Guía para el Testado de Químicos (OCDE TG) 492B y 467 son métodos independientes que permiten un reemplazo completo y fueron adoptadas por la OCDE el año pasado. Con su adopción, ya no es necesario realizar la prueba ocular de Draize en conejos, descrita en la TG 405 de la OCDE. Además de estas directrices, las TG 437, 438, 460, 491, 492, 494 y 496 también ofrecen alternativas para identificar la ausencia de clasificación o lesiones oculares graves (categoría 1 del Sistema Globalmente Armonizado de Clasificación y Etiquetado de Productos Químicos o SGA o GHS por sus siglas). Así lo explica Débora Valsesia, de la unidad de toxicología de la Comisión Europea, relacionada con el ECVAM (Unidad F3 – Toxicología de Sistemas, que incorpora el Laboratorio Europeo de Referencia para Alternativas a la Experimentación Animal).
Según un toxicólogo de ToxiPlan, especializado en asuntos regulatorios y evaluación de riesgos, las metodologías matemáticas de predicción podrían reemplazar completamente el uso de animales. Sin embargo, un documento del 14 de junio de 2021 detalla la existencia y las condiciones para realizar esta prueba en conejos: “Directriz n.º 405 – Ensayo in vivo de irritación ocular/lesiones oculares graves”, cuando los métodos alternativos resultan insuficientes. Esto genera cierta confusión. También encontramos datos de seguridad de 2020 que confirman la práctica de estas pruebas, comenzando primero con ensayos in vitro y posteriormente en los ojos de conejos.
También encontramos una CRO que lleva a cabo este experimento, así como otros, como se indica en su página web: se puede seguir el rastro de estos animales de laboratorio que tan a menudo se pierden. El número que figura tras las siglas OCDE ofrece una descripción detallada de los experimentos realizados.
¿Por qué no es así entonces?
Realizamos esta pregunta a dos miembros de INERIS (Instituto Nacional del Entorno Industrial y sus Riesgos).
Según uno de ellos, toxicólogo, la prueba de Draize es « extremadamente inusual », un argumento sistemático cada vez que se mencionan experimentos especialmente crueles. ¿Y los métodos alternativos? No siempre son eficaces, dicen: la sustancia probada podría interactuar con el dispositivo in vitro y distorsionar los resultados. Esto pone en entredicho la validez de los métodos de sustitución animal. El ensayo Draize “es en realidad un ejemplo típico de ensayo in vivo que se ha abandonado salvo en casos especiales en los que hay sustancias cuyo escenario de exposición justifica la necesidad de la exposición in vivo”. No nos gustaría formar parte de tal escenario…
Durante más de una hora, estos miembros del L’Institut national de l’environnement industriel et des risques (INERIS) defendieron un sistema regulado y experimentos que son únicamente el resultado de « árboles de decisión ».
Una respuesta totalmente distinta dio un toxicólogo de ToxiPlan, que no realiza toxicología in vivo. Las razones están relacionadas con la mentalidad y la desconfianza hacia los métodos sin animales: las autoridades europeas no dan la misma fiabilidad a las predicciones matemáticas y, por miedo a un escándalo sanitario, prefieren ser irreprochables y realizar experimentos con animales.
Luego está el problema institucional europeo: “los distintos organismos no se hablan entre sí”, explica nuestro entrevistado, y “de momento es la ECHA la que lleva la voz cantante y encarga nuevos experimentos desde que entró en vigor el reglamento REACH”. Esta toma de poder se confirmó en 2020, cuando la ECHA autorizó experimentación con animales para ingredientes utilizados en cosméticos, a pesar de que el reglamento europeo lo prohibía, lo que desencadenó la Iniciativa Ciudadana Europea (que ahora está a la espera de la respuesta de la Comisión Europea).
Por último, hay grupos de presión (lobbys), y al parecer las CRO, que son a menudo grandes grupos farmacéuticos como Charles River, presionan para conseguir cada vez más contratos de toxicología. Desde 2007, las evaluaciones de toxicidad generan contratos: la normativa adoptada ha sido una bendición para ciertos implicados. No para los animales.
La sustitución de los animales por otros métodos está lejos de producirse, contrario a lo que escribe la ECHA, y los grupos de presión institucionales están muy presentes. Los animales que sufren en los experimentos son el daño colateral de árboles de decisión, normativas y motivaciones de marketing que cada vez se alejan más del sentido común o de las necesidades sanitarias.
Entonces, ¿cómo se abordan estos experimentos en el día a día, cuándo se sabe todo esto? Se lo preguntamos al director de estudios in vivo del laboratorio de toxicología. Su respuesta es que pronto dejará este campo. « Y me parece muy bien », concluye al final de la entrevista. Una confesión que dice mucho sobre el sufrimiento animal causado por estos resplandecientes productos.
No somos juristas. Ni químicos. Mucho menos toxicólogos. Pero lo que hemos entendido durante este año de investigación es que una cadena de decisiones, guiada por lógicas de marketing, innovación, contratos o cobertura legal, tiene como consecuencia, y sin gran utilidad para nadie, que en algún momento se inyecte spray desinfectante en los ojos de animales, sobre su piel o en su estómago. No somos juristas. Ni químicos. Mucho menos toxicólogos. Pero nos ha parecido tremendamente extraño que, en 2023, todavía tengamos que recurrir a esto.
Animal Testing agradece especialmente a sus miembros, a los donantes y a los equipos de Lush France su confianza y su apoyo incondicional. También queremos dar las gracias a nuestros colaboradores por su creatividad y capacidad de reacción: Océane por la edición, Martin y la agencia Banlieue Ouest por la campaña de carteles, y Judith por las ilustraciones.
Esta investigación ha sido realizada por Abigail y Audrey para Animal Testing. Micha y Joanna han trabajado para este medio.
FAQ - PREGUNTAS FRECUENTES
La fórmula puede contener ingredientes que han sido testados anteriormente sobre animales (suele ser el caso), pero la marca se ha comprometido a no encargar nuevos experimentos para los ingredientes a partir de una fecha determinada, que varía según los compromisos asumidos, ni a realizar pruebas sobre animales con sus productos finales.
Este es desgraciadamente el caso. Todos los animales utilizados en toxicología para productos químicos (el ámbito específico de nuestra investigación) son « sacrificados », según el término empleado:
- Porque forma parte integrante del procedimiento, como las pruebas LD 50 («dosis letal media» que observa la toxicidad de un producto produciendo la muerte de la mitad de la población animal utilizada),
- Porque la eutanasia y la autopsia forman parte de la evaluación de daños orgánicos o problemas de desarrollo fetal (sección «toxicidad para la reproducción» cumplimentada para REACH, por ejemplo),
- O porque los daños sufridos por los animales utilizados (pruebas de irritación ocular, pruebas de irritación cutánea, corrosión, quemaduras, inhalación o ingestión de sustancias o productos acabados por sonda, por ejemplo) conducen a la eutanasia de estos animales al final del protocolo.
Los animales utilizados en experimentos de toxicología química no se reutilizan para otros experimentos ni se ofrecen en adopción.
La Agencia Europea de Productos Químicos. Aplica la legislación europea sobre sustancias químicas y recoge todos los datos e información sobre estos productos.
Una fórmula es una mezcla compuesta por distintas sustancias, que da lo que comúnmente se conoce como producto acabado, para separarlo de los ingredientes.
Una sustancia, o materia prima, es un componente de la fórmula. Se trata de un elemento químico y sus compuestos, que pueden ser ingredientes de productos domésticos, por ejemplo.
Una FDS es un documento que proporciona información sobre sustancias y formulaciones químicas. Consta de 16 secciones, cuyo principal objetivo es identificar los peligros que conlleva la exposición al producto. También se mencionan los riesgos toxicológicos y ecotoxicológicos. Se suministra en los centros toxicológicos en caso de ingestión o accidente doméstico, sobre todo para los productos de uso domiciliario.
Sobre todo en las secciones 11 y 12, que conciernen respectivamente la información toxicológica y ecotoxicológica. También pueden aparecer en la sección 3: “composición/información sobre los componentes”.
El número CAS es el número de registro de una sustancia en la base de datos Chemicals Abstracts Service, una división de la American Chemical Society.
Es el acrónimo de “Contract Research Organisation” para designar a los establecimientos que utilizan animales con fines científicos y trabajan bajo contrato con otras entidades.
Hay muchas CRO, pero tanto en Francia, como a escala internacional, se están estableciendo rápidamente algunos grandes nombres, como Charles River Laboratories y Namsa.
La clasificación de una sustancia o una mezcla permite identificar los peligros a los que se asocia. A continuación, se asociará al producto un pictograma apropiado (corrosivo o irritante, por ejemplo).
Los 9 pictogramas en vigor se explican aquí: https://www.inrs.fr/media.html?refINRS=A%20746
La CL50 corresponde a la Concentración Letal 50, es decir, la concentración de un producto químico en el aire o en el agua que causa la muerte del 50% de los animales del laboratorio durante el periodo de observación.
La DL50, Dosis Letal 50, corresponde a la cantidad de materia administrada de una sola vez por vía oral o cutánea causando la muerte del 50% de un grupo de animales.
Contrariamente a los productos cosméticos, no es obligatorio que figuren todos los ingredientes en el etiquetado. Para obtener acceso a la composición completa de un producto, hay que pedir la ficha de su composición, las fichas de datos de seguridad tampoco mencionan siempre todos los ingredientes.
Un biocida es un producto destinado a destruir, repeler o neutralizar un organismo nocivo. En términos sencillos, se trata de desinfectantes, insecticidas o pesticidas, por ejemplo. Algunos productos domésticos contienen los Tipos de Producto (TP) 1 y 2, pertenecientes a la familia de los desinfectantes. Por eso mencionamos la normativa BPR en nuestra encuesta.
Un detergente es un producto que contiene agentes surfactantes con propiedades tensioactivas, destinado al lavado y la limpieza. En resumen, son nuestros productos para el hogar.
Son las Buenas Prácticas de Laboratorio.
https://ansm.sante.fr/documents/reference/bonnes-pratiques-de-laboratoire
« In vitro », del latín « en el vidrio », se refiere a experimentos realizados fuera de un organismo vivo e implica células, órganos o tejidos aislados: modelos de córnea humana, epidermis reconstituida, etc. Los métodos alternativos a la experimentación animal son validados por el ECVAM (Centro Europeo para la Validación de Métodos Alternativos).
Los métodos alternativos denominados « in silico » toman la forma de modelos informáticos y matemáticos. En toxicología, estos modelos permiten predecir las propiedades de una sustancia y se realizan a partir de estudios in vitro e in vivo.
Finalmente, « in vivo » significa « sobre el ser vivo » y concierne a todos los experimentos realizados en organismos vivos. Es así como se designan a menudo los experimentos en animales en los documentos o sitios web de quienes se dedican a la experimentación con animales.
Tened en cuenta que desde 2007 hay tres reglamentos que entran en juego para los productos del hogar: esto es también lo que hace que este tema sea tan complicado.
1/ El reglamento REACH (Registration Evaluation Authorisation and Restriction of Chemicals), o reglamento nº 1907/2006: entró en vigor en 2007, y se creó para garantizar la fabricación y el uso seguro de sustancias químicas, y por tanto de muchos ingredientes de productos domésticos, en la industria europea.
2/ El reglamento BPR (Biocidal Product Regulation) o reglamento nº 528/2012: entró en vigor en 2013, y regula la comercialización y el uso de biocidas.
3/ El reglamento CLP (Cleaning *Classification Labelling Packaging) o reglamento nº 1272/2008: entró en vigor en 2009 y permite identificar las sustancias químicas peligrosas e informar a los usuarios de estos riesgos mediante un sistema de etiquetado.
Sí, desde el 31 de mayo de 2018 ya no es posible fabricar o importar sustancias en cantidades superiores a una tonelada al año si no han sido registradas. Este es el principio establecido por REACH: « sin datos, no hay mercado ».
« Si fabrica o importa menos de una tonelada de una sustancia al año, no está obligado a registrarla. Si alcanza o supera este umbral, su rango de cantidad determinará la información que necesita para el registro », resume la ECHA. En resumen, la información requerida dependerá del tonelaje de comercialización de estas sustancias.
1/ Para el registro de sustancias en REACH
Según los anexos VII, VIII y IX del reglamento REACH, cuanto mayor sea el tonelaje de las sustancias comercializadas, mayor será el número y el peso de los experimentos con animales: a mayor tonelaje, más experimentos.
Los primeros experimentos, conocidos como ensayos de primera intención, deben realizarse con métodos in vitro (aunque esto no siempre se respeta), y después con animales si los métodos in vitro no son aplicables: se exigirán ensayos de corrosión, irritación ocular y cutánea y sensibilización cutánea en ratas, conejos o cobayas. A continuación vienen las pruebas de toxicidad aguda (métodos CL50 y DL50) para sustancias importadas y fabricadas en cantidades superiores a una tonelada al año.
Los estudios subagudos, que implican la exposición de animales a la sustancia durante 14 a 28 días, y los ensayos de reprotoxicidad serán necesarios para cantidades superiores a diez toneladas anuales.
Por último, se requerirán estudios subcrónicos, que implican la exposición continua de animales a la sustancia durante un máximo de 90 días, y pruebas de reprotoxicidad a lo largo de varias generaciones para las franjas de tonelaje superiores a cien toneladas anuales.
Para más detalles sobre estos protocolos, y para obtener una lista más completa de experimentos (toxicidad acuática en peces, genotoxicidad, carcinogenicidad, etc.), se deben consultar los apéndices de REACH mencionados anteriormente, así como las directrices de la OCDE para el ensayo de sustancias químicas: “efectos sobre la salud” y “efectos sobre los sistemas biológicos”.
2/ Para la autorización de comercialización de biocidas con respecto al Reglamento BPR
Según el anexo III del reglamento BPR, además de los ensayos realizados para las materias primas de los biocidas de acuerdo con el reglamento REACH, se exige un perfil toxicológico y ecotoxicológico del producto terminado. Para ello, se requieren pruebas similares a las exigidas para la primera banda de tonelaje de las materias primas en el caso del producto terminado (corrosión, irritación, sensibilización, toxicidad aguda, etc.). Sin embargo, esto no es sistemático: si existen datos válidos disponibles sobre cada uno de los componentes de la mezcla que permitan su clasificación (de acuerdo con el reglamento CLP) y no se prevé ningún efecto sinérgico entre los componentes, no son necesarios los ensayos toxicológicos.
3/ Para la clasificación de productos acabados con respecto al Reglamento CLP
https://echa.europa.eu/fr/testing-clp
El reglamento CLP no impone la realización de ningún experimento. La clasificación de las mezclas se calcula a partir de los datos disponibles sobre su composición: “El CLP no exige normalmente la realización de nuevos experimentos sobre los peligros para la salud y el medio ambiente de las sustancias o mezclas a efectos de clasificación y etiquetado”.
La ECHA exige que se compartan los datos de los biocidas (Reglamento UE nº 528/2012): toda la información de experimentos anteriores con animales se pone en común y debe estar disponible para su consulta.
Conforme al Reglamento REACH, los datos de experimentos anteriores están disponibles y deben incluirse en las fichas de datos de seguridad con fines bibliográficos. En el caso de las sustancias cuya toxicología ya se conoce, no tiene sentido repetir los experimentos. El problema surge cuando la información disponible no es suficiente para cumplir los requisitos de REACH, por ejemplo cuando se requiere información sobre toxicología reproductiva o mutagenicidad en función del tonelaje de un producto comercializado.
Existen dos bases de datos:
1/ EUCLEF
En marzo de 2020 (únicamente), la ECHA lanzó EUCLEF, que significa “Buscador de Legislación de la UE sobre Sustancias Químicas”: esta nueva herramienta proporciona acceso a 40 textos normativos europeos (calidad del aire y del agua, protección de los trabajadores, plaguicidas, materiales en contacto con alimentos, cosméticos, seguridad de los juguetes….) aplicables a sustancias químicas, y permite buscar sustancias por nombre o número CAS.
https://echa.europa.eu/fr/information-on-chemicals/euclef
Podemos encontrar los archivos de cada ingrediente registrado y rastrearlos hasta los experimentos.
Por ejemplo, para el carbonato de sodio (número CAS: 497-19-8) :
https://echa.europa.eu/fr/registration-dossier/-/registered-dossier/15432/7/4/2
=> Información toxicológica => irritación corrosión => irritación cutánea: in vivo => el experimento se realizó en 1985 en conejos en Alemania.
2/ IUCLID
“Una aplicación informática para introducir, almacenar, gestionar e intercambiar datos sobre las propiedades intrínsecas y peligrosas de las sustancias químicas. La ECHA está desarrollando este software conjuntamente con la OCDE ».
En el caso de algunos ingredientes que figuran en la sección 11 de la FDS, los experimentos se llevaron a cabo hace mucho tiempo (a menudo experimentos realizados en los años ochenta y noventa), por lo que esta sección contiene toda la información toxicológica conocida, como una especie de bibliografía.
Así que el hecho de que un experimento con conejos aparezca en una FDS no significa que la marca del producto en cuestión lo haya patrocinado. Y que una FDS sea reciente (por ejemplo, “revisión: junio de 2021”) no significa que los experimentos mencionados lo sean.
En cambio, en el caso de otros ingredientes, las pruebas son recientes:
- Bien porque no eran conocidas o suficientes para cumplir con los datos requeridos por el reglamento REACH
- O bien porque, a partir de un cierto tonelaje, se exige información sobre la reproducción, la mutagenicidad o la ecotoxicidad, lo que llevará a experimentos con roedores, sus fetos o peces.
Finalmente, hay un tercer aspecto a considerar: los experimentos con productos terminados.
En este caso, ninguna regulación lo exige, pero se realizan pruebas de ingestión o inhalación del producto: es entonces cuando el nombre de la fórmula (o mezcla) aparece directamente como producto terminado inhalado o ingerido por los animales, con mención de las especies afectadas.
En resumen, hay que conocer el camino:
1/ Escribir el nombre del producto terminado en Google + Ficha de datos de seguridad (o +FDS): sí, a veces es tan sencillo como eso.
2/ Entre los primeros resultados, a menudo encontrarás un PDF con la lista de ingredientes y los experimentos conocidos (sección 11: información toxicológica).
Si esto ocurre, aquí está el segundo camino:
1/ En los ingredientes mencionados obligatoriamente en la FDS (Ficha de Datos de Seguridad) encontrará su número CAS. Si no encuentra la FDS, el número CAS de un ingrediente también se indica en el sitio web https://incibeauty.com/ en la sección de búsqueda por ingrediente.
2/ Ve al sitio web de la ECHA, a la base de datos: acepta las condiciones legales (es obligatorio) e introduce el número CAS del ingrediente.
3/ Accederá a la « infocard » del ingrediente.
4/ Ve a la sección « Key datasets » y haz clic en « REACH Registered Substance Factsheets »:
(Alternativa: si la sección « REACH registered substance factsheets » no existe para este ingrediente (lo cual es posible), puede ir a la sección « C&L Inventory » (« Inventario de Clasificación y Etiquetado ») como es el caso aquí para el Decil Glucósido, pero los experimentos en animales no necesariamente aparecen allí.)
5/ Se abre una nueva página:
Haz clic en el pictograma del ojo en la columna « detalles » para acceder al expediente de registro (https://echa.europa.eu/fr/registration-dossier/-/registered-dossier/15566/7/4/1)
6/ Ve a la sección « información toxicológica »: todos los campos consultables sobre toxicidad se encuentran allí.
Para el hidróxido de sodio (sosa cáustica), se puede leer por ejemplo: Se reportó irritación en los ojos de conejos a concentraciones de NaOH de 0,4; 0,5; 0,95; 1; 2 y 3% (Jabobs, 1992; Morgan et al., 1987; Murphy et al., 1982; Reer et al., 1976). Se encontraron efectos corrosivos a 1,2; 8 y 10% de NaOH (Morgan et al., 1987; Reer et al., 1976; Wentworth et al., 1993).
Agir
Signer la pétition au Sénat
Jusqu’au 30 avril nous pouvons demander une mission d’information au Sénat sur le remplacement des animaux par d’autres méthodes.
Il faut recueillir 100.000 signatures avant le 30 avril.
Si vous voulez agir politiquement, c’est ici :
Cruelty Free : quels sont les labels « non testé sur les animaux » ?

Le label HCS (Human Cosmetics Standard) ou « Leaping Bunny » (lapin entouré d’étoiles) : ses produits ainsi que les ingrédients utilisés ne sont jamais testés sur les animaux. “La certification Leaping Bunny permet de garantir que des tests sur animaux ne seront pas menés sur les matières premières et produits finis”, peut-on lire en explication sur l’emballage de certaines lessives par exemple.

Les logos « Cruelty-Free » : les produits et les ingrédients qui les composent ne sont jamais testés sur les animaux.

Le label allemand IHTK : aucun des produits d’une marque et des ingrédients n’ont été testés sur les animaux et que la marque n’engage aucun organisme afin de réaliser des tests sur les animaux en son nom.

Le label australien CCF (Choose Cruelty-Free) garantit qu’une marque n’effectue aucun test sur les animaux.
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